Un tanque de siete pesetas

Campos de batalla, carros de combate, historia militar... y algo de cine y música..


Hay quien asocia a aquellos que estudiamos la historia militar con ideologías totalitarias y con el militarismo extremos. Nada más lejos de la realidad. Es como asociar a los epidemiólogos con el amor a la enfermedad, por ejemplo. He conocido a muchos militares convencidamente pacifistas, pues son los primeros sobre quienes recaerían las consecuencias de una guerra, y quienes mejor las conocen, de la misma forma que los practicantes auténticos de Artes Marciales difícilmente participarán en una pelea gratuitamente, puesto que conocen bien sus reales implicaciones y posibles consecuencias. 
La historia militar, lamentablemente, está íntimamente asociada a la historia de la Humanidad, y las consecuencias de las batallas, de los errores o aciertos militares, de las guerras, han tenido consecuencias importantísimas sobre la vida de las generaciones siguientes, no solamente en los países directamente afectados, sino en todo el mundo por lo que han podido significar de supremacía de unas ideologías sobre otras, de triunfo o fracaso de las libertades, de predominio económico de un país sobre otros.

No olvidemos que al nazismo, por ejemplo, se le paró con las armas, a costa de millones de muertos. Que Franco ganó una guerra de exterminio del enemigo para construir un régimen de 40 años. Que la República perdió militarmente, y que el comunismo se impuso en Europa montado sobre las orugas de sus famosos carros de combate T-34. Quien ignore la importancia de lo militar, no solamente está ignorando la historia y un factor esencial para su modelaje, sino que probablemente está cayendo en una peligrosa inocencia, puesto que en una humanidad darwinista, las buenas intenciones suelen tener que estar protegidas, lamentablemente, por un buen garrote. Que este se use para defender y no para agredir, es donde está el sutil límite. Siendo realistas, una sociedad desarmada duraría poco, pues siempre tendría algún botín que llamara la atención de algún vecino con más y mejores armas.

Países como Francia, que han padecido tanto la guerra en sus tierras y que han perdido millones de ciudadanos, o Gran Bretaña, Holanda, Alemania... tienen museos, centros de interpretación, reconstrucciones históricas, lugares en general donde no olvidar lo que es una guerra, sus circunstancias y sus consecuencias. Organizan visitas de estudiantes, y es muy bueno que los jóvenes vean lo que es auténticamente una guerra, allí donde se libró, y las penalidades que hubieron de sufrir los contendientes de uno y otro bando, y cómo las circunstancias sociales, los clasismos, los fanatismos y el resto de "ismos" peligrosísimos que la humanidad ha inventado son determinantes para determinar quien muere, quien sufre y quien gana, que suelen ser siempre las clases débiles como tremendos perdedores y quienes están en el poder como ganadores, o al menos como menos perjudicados.


En España, por una especie de miedo-vergüenza-pacifismo mal entendido parece que se ha pretendido ignorar y echar tierra por encima de nuestra historia militar, de las guerras que conformaron nuestra sociedad, y sobre todo de la guerra que condicionó la generación de nuestros abuelos y las siguientes. Terminadas las glorificaciones de la cruzada franquista, surgieron cantidad de documentales con mayor o menor rigor histórico, eso sí. Pero pocos son quienes se han atrevido a llevar a la juventud a los campos de batallas, a enseñarles de cerca una bayoneta, una esquirla de metralla, una trinchera o un refugio lleno de barro, piojos y auténtica mierda en general,  donde probablemente su abuelo, y muchos como él, estuvieron años en medio de una guerra que habían iniciado otros, defendiendo de buena fe quizás unas ideologías sobre las que probablemente iban montados unos desaprensivos que solamente querían mantener las cuotas de poder de su grupo social.

Estas entradas son para compartir con vosotros la información que he podido ir recogiendo y espero recoger en mis visitas por los distintos campos de batalla, en las que he comprobado que hay mucha gente estudiando el tema, con más o menos la misma interpretación, principalmente en Europa, Y quiero empezar con un homenaje a: Madame Edith Brocard, de Montfaucon D’Argonne, que con su asociación de conservación de lugares históricos han conseguido que trabajen juntos y celebren las efemérides unidos tanto los descendientes de los combatientes aliados como de los alemanes. En esto, los españoles tenemos que aprender mucho sobre una guerra que no solamente no nos han dejado cerrar, sino sobre la que algunos todavía cabalgan para seguir machacándonos.

Espero que estas informaciones contribuyan a unir más cada vez a todos los pueblos en una sociedad justa y democrática, a pesar o en contra de nuestros gobernantes.

La intención fundamental que nos lleva a divulgar la historia de las batallas es que se conozca la cruel realidad de toda guerra y se valore mucho más la paz. Esperemos conseguirlo entre todos.